
by Octavio de Jesús Mirabal Lora
La expresión lejana y distante como el viento sin rumbo,
sin rastros de esperanza en la mirada que dista al sur.
Pútrida figura que evanesce al destino del ocaso,
de una inocencia ficticia que parte de occidente
y se fracciona en trazos sin sentido.
Distracción que se enfurece y se retrae en vientres ajenos,
como si se tratase de amanecer desnudo en plazas pétreas.
Efímero es el rostro de la mentira, frío, despiadado, alienado,
lleno de cicatrices y mal formados balbuceos que no salen a flote.
sin rastros de esperanza en la mirada que dista al sur.
Pútrida figura que evanesce al destino del ocaso,
de una inocencia ficticia que parte de occidente
y se fracciona en trazos sin sentido.
Distracción que se enfurece y se retrae en vientres ajenos,
como si se tratase de amanecer desnudo en plazas pétreas.
Efímero es el rostro de la mentira, frío, despiadado, alienado,
lleno de cicatrices y mal formados balbuceos que no salen a flote.
Recuerdos de la simulada pereza de esas palabras
y su acción.
Tan extraño es el rostro de la mentira, emulado y misterioso,
que para no caer en fauces hambrientas se prostituye,
y se da al mejor postor sin tener que pensarlo.
y se da al mejor postor sin tener que pensarlo.
Lleno de tristes metas sin consumarse
que le fruncen el ceño
y no le permiten embaucar a otro ente que espera ansioso
su destino sin sentido que acaba de empezar.
y no le permiten embaucar a otro ente que espera ansioso
su destino sin sentido que acaba de empezar.